viernes, 14 de marzo de 2014

No escribo poesía porque me queda estrecha la métrica.

La cara de un chico al correrse es lo más fascinante del mundo.




Lo digo en serio. No pretendo ser visceral. A quien le de reparos leer sobre esto no creo que sepa lo bonito que es el sexo. He visto unas cuantas y me atrevo a decir que es la sensación mas especial que podría jamás vivir con alguien. Qué superficial, ¿no? A alguno ni lo conocía pero compartieron eso que tanto me gusta. Ese gesto de cerrar un poquito los ojos. Una exhalación que no llega a gemido. Es grandioso. No sólo por lo poderosa que te sientes, es porque has conseguido ver esa cara que esconde a la mayoría. También por eso te sientes poderosa. Ese momento tan delicado, cuando son tan frágiles que hasta un movimiento un poquito brusco lo exalta, merece toda la pena del mundo. 

Algunas serán trocitos de intimidad robada, otras han sido tal amor que no he podido dejar de verlas una y otra vez. Contra todo pronóstico. Me enamoraron. Vaya, cómo semejante depravada que cuenta lo que disfruta viendo a un hombre correrse ahora salta con lo del amor. Si, señora. El acto de follar es muy profundo y quizá usted sea alguien que disfruta de una conversación sobre política, pero yo disfruto de la conversación tan intelectual o más mientras le bajo la bragueta. No se confunda, los mas depravados somos los más románticos pues nos enamoramos incluso del sexo.


Se lo aseguro, se puede llenar un útero y a la vez un alma.










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